El plan original era ir a un parque cercano a hacer la sesión fotográfica, pero el pequeño Mario estaba de muy buen humor y la llegada de un pequeño perrito chihuahueño crearon las condiciones suficientes en ese momento como para empezar, así que decidimos hacer la sesión totalmente improvisada, prácticamente sobre la banqueta.
La sesión estuvo genial. El pequeño Mario y yo terminamos igual de sucios de tanto arrastrarnos por el suelo, pero muy divertidos.
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